miércoles, 25 de febrero de 2009

¡Ay Juan Ramón! Articulo publicado por Roberto Quesada

"La sencillez consiste en hacer el viaje por la vida, sólo con el
equipaje necesario". - Charles Dudley Warner, ensayista y novelista
estadounidense.

Juan Ramón trabajó en el gobierno, hecho que no amerita ninguna
crítica, como ciudadano hondureño tiene todo el derecho. Y no debe de
criticarse, porque es crítica al vacío, a nadie porque trabaje en el
gobierno. Eso sí, puede juzgarse lo que realizó en su gestión, si fue
para mal o para bien. Puede que haya gente que trabaje en un gobierno
y no necesite hacerlo más porque es posible que en esa pasada, como
huracán en escala de cinco, haya arrasado con lo que tuvo al alcance,
y con lo que no, y resolver sus problemas existenciales del hambre
suya y de su familia, así como el resto de costo de vida como es
vivienda y educación para los hijos.

Es un descaro, al menos así lo veo yo, señalar a un intelectual,
artista o escritor porque preste sus servicios al gobierno, cuando
quien es el dueño del dedo apuntador ha obtenido algún cargo de
relevancia, en donde se manejan recursos del pueblo (peor todavía si
es en gobierno de dudosa reputación en cuanto al manejo del erario
público), sobre todo si cree en el trabajo que está realizando para
el gobierno que labora. Existen escritores, por ejemplo, que por años
rehuyeron, no sé basados en qué teoría, trabajar para cualquier cosa
o causa que oliera a gobierno, tal es el caso de mi buen amigo y
extraordinario escritor Eduardo Bähr. Ahora Eduardo trabaja como
Director de la Biblioteca Nacional y está haciendo una encomiable
labor, ¿en qué mejores manos puede estar una biblioteca sino en la de
un escritor que tiene demostrada su calidad literaria y su
honestidad?

Existen otros que si bien no han trabajado directamente, han creado
publicaciones, revistas y periódicos, que mayormente han subsistido
con los anuncios que les han proporcionado entidades gubernamentales,
quiérase o no, es una forma indirecta de haber trabajado y colaborado
con el gobierno. Y, a la vista salta, eso no es pecado. Otros, en
cambio, criticaban a aquellos/as que trabajaban en el gobierno y
ahora que son ellos quienes lo hacen, están en un silencio aterrador,
estos son los "quítate tú, pa´ ponerme yo".

En la vida de los países existen cantidad de intelectuales que han
trabajado para el gobierno, uno de los casos más sonados es el del
poeta Pablo Neruda (si no lo ha leído es recomendable y urgentísimo
hacerlo para diplomáticos y escritores leer Confieso que he vivido).
¡Imagínense que honor para el gobierno chileno tener a un Neruda de
cónsul! Allí muy cerca, México ha tenido a varios escritores
representándolo, como el embajador Carlos Fuentes. No digamos Octavio
Paz, quien siempre tuvo nexos con el gobierno y le ayudaron a
promoverse para obtener el Premio Nobel de Literatura. El historiador
argentino Abel Posse tiene años representando a su país, y así
sucesivamente.

También en Argentina, uno de los errores imperdonables del peronismo,
fue que al llegar al poder, por no comulgar con sus ideas, humillaron
de manera cobarde y bestial, al gran Jorge Luis Borges. ¡Qué cosas!
Borges superó a todos los analfabestias que lo humillaron y aún
después de muerto físicamente, sigue dándole gloria a la Argentina, a
América Latina, y, ¿por qué no? al mundo. De los analfabestias ya ni
yo me acuerdo.

En realidad a estas alturas ya a nadie importa en dónde ni de qué
trabajó Juan Ramón Molina si no su obra. Es cierto, obtuvo varios
cargos gubernamentales pero ese tipo de cosas ya ni se mencionan, si
hoy lo he hecho es porque conversando con alguien me sacó a relucir
que Juan Ramón había trabajado en el gobierno, y había sido
colaborador de un desgraciado general, un tal Terencio Sierra de
quien se consideraba amigo. Presidente de Honduras durante el período
1899-1903, Sierra, molesto por una publicación que hizo Molina en el
Diario de Honduras, bajo su dirección, lo mandó a picar piedra,
encadenado, en la carretera que se construía al sur del país. El
artículo que tanto lo había molestado "Un hacha que afilar", era un
conocido apólogo de Benjamín Franklin, que los acólitos de Sierra
consideraron alusivo, hostil y digno de ser castigado con la prisión
del poeta.

¡Ay Juan Ramón! ¡Qué cosas! Sobreviviste al nefasto general y tu
estatura es tan grande que sería una ofensa compararla con el infame
que te envió a picar piedra. No obstante, vale la pena enfatizar que
el desgraciado general cuando se le menciona es para condenarlo,
mientras que a Juan Ramón Molina se le menciona para alabarlo. Y
comprobado está que si bien Molina trabajó en el gobierno, nunca se
supo que ostentara riquezas ni mucho menos se pusiera en tela de duda
su honradez.

Y es así como Juan Ramón Molina es uno de los grandes exponentes del
modernismo en Centroamérica y su obra de gran calidad literaria lo
consagra como el escritor hondureño más universal. En 1892, en un
viaje a Brasil, --en cuyo trayecto escribe Salutación a los Poetas
Brasileños-- conoce al poeta nicaragüense Rubén Darío, quien incidirá
grandemente en su estilo. Visitó España, donde colaboró en el recién
fundado "ABC" de Madrid, y varios países de Sudamérica, dejando
huellas permanentes en su obra. Emilio Castelar alabó su canto "El
Águila" y Rubén Darío su "Salutación a los Poemas Brasileños".

El próximo dos de noviembre Juan Ramón Molina cumplirá un
centenario, como diría Jerónimo (el músico) de haber desencarnado, y
qué bueno que a pesar del tiempo transcurrido el poeta Molina tiene
seguidores acérrimos que contra viento y marea, hondonadas y cuestas,
empujan la carreta de la historia para que el comején del olvido no
se alimente de nuestros ilustres personajes.

Es así como el conocido periodista Mario Hernán Ramírez va al frente
vociferando esta fecha para que los hondureños/as no nos olvidemos de
este gran poeta y le rindamos el homenaje que se merece. Ramírez y
otros ejemplares compatriotas se han dado a la tarea de construir
monumentos de Juan Ramón Molina en Centro América.

El año pasado, la comunidad hondureña, residente en El Salvador,
organizó el homenaje póstumo al poeta, quien residió en ese país
hasta el día de su muerte, el dos de noviembre de 1908. La actividad
estuvo a cargo del Comité Promonumento al poeta Juan Ramón Molina, la
Alcaldía Municipal de San Salvador y el Centro Cultural Salvadoreño
(CCS).

Este es el tercer monumento que el Comité dedica a su memoria en
Centroamérica, siendo los anteriores el del Parque la Libertad de
Comayagüela y el erigido en Quetzaltenango.

Debemos solidarizarnos con el Comité Promonumento al Poeta Juan Ramón
Molina, pues hacerlo es solidarizarse con la patria. Molina es el
único poeta hondureño de quien Bill Clinton, medio masticando el
español, pronunció algunos de sus versos. Y así consciente e
inconscientemente está en algunos intelectuales hondureños, como en
el caso de una carta que me escribiera el embajador Jorge Arturo
Reina, que comienza: "Le escribo desde Comayagüela, ciudad natal de
los grandes poetas, Juan Ramón Molina, y Luis Andres Zúñiga...". Este
tipo de referencias, o encabezamientos epistolares, es digno de
imitar, de alguna manera se rescatan así nuestros valores culturales.

Como mis lectores/as siempre esperan que yo salga con algo raro, pues
les contaré que por esas coincidencias de la vida Juan Ramón Molina y
yo nacimos un 17 de abril (eso sí, en distintos años).

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